viernes, 18 de febrero de 2011

La Cruz de carey de Las Penas de San Vicente

             
              Tras administrar a mi padre la unción de los enfermos, el amigo y párroco de la iglesia de la Resurrección, Javier, y yo manteníamos una conversación sobre la Cruz de carey del titular cristífero de mi Hermandad, el señor de las Penas. Javier, natural de Écija, me comentaba que cada vez que tomaba un café o un tintito con mi padre, le recordaba que los hermanos de Las Penas le robamos la cruz a su pueblo, a lo que mi padre siempre contestaba que no sabía de que hablaba. Pues bien, aprovecho la ocasión para recordar un poco el cómo llegó a la Hermandad dicha cruz. Para ello, me basaré en el relato de los hechos que realiza Juan Carrero en su obra “La Hermandad de las Penas de San Vicente”, y lo escuchado por mí mismo en las distintas tertulias en las que tuve el placer de estar  y oír de sus propias palabras.
                Pues bien, todo comienza cuando el Domingo de Ramos del año 1965, un cofrade  de la Exaltación, D. Ricardo Comas Fagundo, le comenta a Juan Carrero la existencia de una Cruz de carey, perteneciente a una Hermandad de Écija, que no se encuentra en muy buen estado de conservación, y que por la situación económica de la propietaria, tienen la intención de venderla. Esa joya está compuesta por carey con incrustaciones de plata, datada en el siglo XVIII, y mostrándole la misma en una foto que portaba en aquel instante. Juan, ante lo que vio en la misma, decidió conocer de primera mano la cruz, desplazándose para ello hasta Écija, pero no pudo verla, ya que la persona que debía enseñarle la cruz no se hallaba en la población.  En el verano de 1966, el hermano y músico D. Antonio Pantión Pérez, fue a participar con su capilla musical en unos cultos en Écija, lo que se aprovechó para que pudiera verla y traer consigo varias fotos de la misma. Ya en esas fotos se podía contemplar el valor artístico de la misma.  A principios de 1967, Comas Facundo ofreció trasladar la cruz a Sevilla para que los miembros de junta pudieran contemplarla, y el 15 de marzo del mismo año, llega la cruz a San Vicente. Su estado era lamentable, pero aún así, sorprendió su belleza. En ese mismo año, el por aquel entonces Hermano Mayor, Saturnino Jiménez Delgado, se había comprometido a financiar un pabellón en el Charco Redondo para acoger a familias refugiadas  por los problemas de vivienda que existían en la ciudad por aquel entonces, y cuyo coste ascendió a 357.159 pesetas. Esto imposibilitaba que la Hermandad pudiera hacer frente a la adquisición de la cruz, es por ello que se inicia un duro debate en el seno de la Hermandad, que termina con la adquisición de la cruz por un grupo de Hermanos donantes, y la posterior dimisión del Hermano mayor. Tras varias vicisitudes, se establece la compra a la Hermandad de Jesús Nazareno, Santa Cruz de Jerusalén y Nuestra Señora de las Misericordias, de la ciudad de Écija, por un precio de 125.000 pesetas. Esta adquisición venía  abalada por los informes realizados para la Hermandad por D. Alfonso Grosso Sánchez, director del Museo de Bellas Artes, D. José Sebastián Bandarán, presidente de la Academia de Buenas Letras, D. Cayetano González Gómez, artista orfebre, diseñador y maestro cofrade.
                El 9 de abril, un grupo formado por tres hermanos, se desplazan hasta Écija, y depositan una señal de 15.000 pesetas, tras la autorización del cabildo de la hermandad  astigitana celebrado el día 7 del mismo mes. No obstante, se indica que el resto de la cantidad se pagaría en el acto de firma de escritura pública ante notario. En la mañana del día 23, una embajada de la hermandad de Écija, se desplaza hasta Sevilla para comunicar el apremio de cerrar el trato y liquidar la venta, indicándole la Hermandad que se necesitaba un permiso de venta de la autoridad eclesiástica, indicando ellos que si tardaba más del miércoles siguiente la resolución de la liquidación, se desistiría de la venta. Aquí debo indicar, que en tertulias tenidas en el seno de la Hermandad, el propio Juan indicaba que al parecer le advirtieron de la posibilidad de la existencia de una oferta de la casa Cartier, de París, para la adquisición de la cruz, por un precio superior a la pactada. Es por ello que se urge a través de D. José Enrique Ayarra, organista de la Catedral de Sevilla, y por entonces coadjutor de San Vicente, así como a través del Rvdo. D. Rafael Bellido Caro, Presidente del Consejo General de Hermandades y Cofradías, a que se obtenga de Palacio la autorización pertinente, emitiendo el prelado la misma en esa misma tarde, lo cual hacía posible la compra sin la necesidad del otorgamiento mediante escritura pública. El 25 de abril, D. José Ojeda, mayordomo de la Hermandad astigitana, extiende el correspondiente finiquito  de las 110.000 pesetas restantes, estrenándose el Lunes Santo de 1968.
                La cruz, realizada en el siglo XVIII, se contrata en el mes de mayo de 1734, por la Hermandad del Nazareno de Écija, al artista de Andújar D. Juan Francisco de Pareja, con un estilo colombino, está realizada en concha de carey, con incrustaciones de plata. Es una notable obra de arte, ya que embutir dichas piezas de plata, de forma romboidal, con un tamaño tan pequeño, es materialmente imposible realizarlo a base de buril. Si se calentara el carey para poderlo malear, este se quebraría, por lo que a día de hoy, no se conoce el procedimiento que se utilizó para su fabricación. La dificultad de la pieza, hizo que el coste de restauración de la misma, según el propio Juan Carrero, fuese muy superior al de adquisición de la pieza, pero el valor de la misma, supera con creces su coste. Hoy es una de las joyas de nuestra Semana Santa.

    Desde aquí recomiendo a todos los amigos lectores, que si quieren conocer más sobre la Hermandad de Las Penas, lean el libro editado por Editorial Castillejo, cuyo autor es el propio Juan Carrero Rodríguez.


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