viernes, 11 de marzo de 2011

¿Por qué?


Esta pregunta es la que hoy día, todavía nos realizamos. El 11 de marzo de hace 7 años, una noticia nos estremeció aquella mañana, 192 personas fallecieron en unos atentados que a día de hoy todavía no tienen explicación. Porque, aunque los distintos gobiernos intentaran esclarecer los hechos de aquella mañana, ya fueran los criminales de ETA, o los Islamistas radicales, nadie, nada, puede explicar de algún modo que otras personas jueguen como jugaron con la vida de otros seres humanos.


La vida de un ser humano está por encima de toda ideología, es un don, es un regalo, y hay que vivirla disfrutando de ella a cada momento. El mero hecho de levantarnos por las mañanas, respirar, pensar, hablar, amar, llorar, sentir... y además de manera gratuita, es el mayor regalo, y nadie puede arrebatarnos ese presente, nadie puede jugar a ser Dios.

Además, este  terrible atentado, marcó el devenir de unas elecciones, cuyos resultados, estamos padeciendo todos los españoles/as, (que si no me denuncian) todavía. Aquí también cabe realizarse la misma pregunta, ¿por qué?, por qué un atentado tan terrorífico es capaz de cambiar las intenciones de votos de un pueblo entero, o es que si se aprovecha la ocasión, un buen marketing a tiempo es capaz de hacer el resto. Lo pregunto por que debemos de recapacitar todos un poco de si actuamos libremente en aquellas elecciones, haciendo lo que nuestra conciencia dictaba, o sin embargo, nos convertimos en meros "borregos", dejándonos llevar por la situación y perdiendo así nuestra libertad. Después de 7 años, si volviera a pasar, (Dios no lo quiera), ¿actuaríamos del mismo modo?.

De todas formas, este día debe de servir como recuerdo para las víctimas, para los que fallecieron, sus familias, los heridos que aún a día de hoy, padecen las consecuencias de las secuelas que les dejaron tanto física como moralmente este terrible atentado. Por todos ellos, pido que cada uno, desde el fondo de su corazón, se acuerden de ellos de la manera que sus creencias les dicten, o sus conciencias les marquen, ya sean orando un Padre Nuestro, o simplemente, encendiendo una vela, pero recordémosles, tan solo nos lleva un minuto de nuestra vida, la que ellos ya no pueden disfrutar.

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